Torreón del Monje
Paseo Jesús de Galindez S/N, Punta Piedras
Es uno de los íconos de la ciudad y referentes de su arquitectura. Construido sobre las rocas de la Punta Piedras en 1904, el Torreón del Monje fue una donación de Ernesto Tornquist, uno de los grandes benefactores de la ciudad.
Pensado como un mirador frente al mar, fue inaugurado en 1904, con los diseños de los prestigiosos arquitectos Eduardo Lanús y Federico Woodgate. En los primeros años, se alojó el Pigeon Club local, donde se practicaba el "tiro a la paloma", uno de los deportes aristocráticos de aquella época.
Con el paso de las décadas, el lugar fue cambiando de dueños y en la actualidad alberga un emprendimiento gastronómico y un salón de eventos.
Tornquist, un miembro de la elite europea y benefactor de la ciudad, fue quien encargó la Ernesto construcción de una torre al arq. Aleman Karl Nordmann.
Dicha torre llamada Torre Belevedere, actual Torreón del Monje, fue donada por Tornquist a la ciudad.
Este icónico mirador fue ampliado en 1927 logrando el gran aterrazado al mar denominado pedana, el cual fue inagurado en 1929 con los diseños de los prestigiosos arquitectos Eduardo Lanús y Federico Woodgate. Allí se alojó el Pigeon Club local, dónde se practicaba el “tiro a la paloma”, deporte aristocrático en boga en la época.
Ya como Torreón del Monje en la década de 1940 pasó a ser la sede del Círculo de Oficiales de la Marina, hasta finales de la década de 1960. Desde entonces permaneció cerrado por más de 10 años sufriendo un deterioro en su estructura de tal magnitud que se debía demoler gran parte de la construcción.
A partir de 1979 un empresario marplatense, Domingo Parato, comenzó a trabajar en la puesta en valor de la unidad, convirtiendo al Torreón del Monje en una de las postales indiscutidas de Mar del Plata y recuperando los enormes valores patrimoniales del conjunto que, de otra manera, podrían haberse perdido. Fue a través de aquellas obras realizadas por el empresario como fue salvada, por ejemplo la denominada pedana, cuyas bases y estructuras fueron reafirmadas permitiendo la creación de tres sub niveles de salones para eventos y muestras culturales con vista panorámica al mar.
Uno de los mayores logros de Parato fue la construcción de dos escolleras, obras impensadas en 1980, que junto con el sembrado de arena permitieron formar una playa que para muchos era de imposible realización. Hoy donde antes solo había piedras y ruina, los turistas y locales pueden disfrutar de una playa con vista única tanto en su parte pública como en el balneario de la unidad equipado con carpas, sombrillas y todas las comodidades de los mejores balnearios
Por su dedicación y compromiso con el Torreón, Parato fue nombrado Miembro Honorario del Centro Internacional de Conservación Patrimonial y reconocido por el Municipio de General Pueyrredón con el Mérito Ciudadano. También el Torreón del Monje fue declarado de Interés Turístico Nacional, Provincial y Municipal; y Bien de Interés Patrimonial determinando su conservación y protección.
El 28 de Febrero de 2013, año en que cumplió 109 años, se inauguró en la Pedana un Módulo Gastronómico réplica de la Rambla Lasalle. El Torreón del Monje hoy cuenta con servicios las 24 hs, en sus salones dentro del castillo o en sus diversos aterrazados todos frente al mar. Además cuenta con un salón de eventos con capacidad hasta 1200 personas.
Actualmente es el lugar elegido por marplatenses y visitantes, incluso por las figuras más trascendentes de la politica y la cultura a nivel nacional e internacional.
LA LEYENDA DEL
TORREÓN DEL MONJE
Dichos de época indican que la leyenda fue encontrada en un cofre por un picapedrero italiano entre las rocas cercanas al Torreón. En él había un plano, el manuscrito, y cincuenta monedas antiguas.
Cuenta la leyenda que hacia fines del siglo XVII existía una fortaleza construida sobre Punta Piedras, por el Padre Ernesto Tornero perteneciente a la Orden de los Calvos.
En esa torre vivió el soldado Alvar Rodríguez, quien protegía la fortaleza y mantenía relaciones amistosas con los indígenas que provenían de la vecina Reducción del Lago (Laguna de los Padres). Así conoció a Mariña, una hermosa india con quien comienza a frecuentarse y nace un apasionado romance, el cual causaría el enojo del cacique Rucamará, quien también pretendía a Mariña.
Rucamará decide entonces asaltar la fortaleza con el objetivo de apoderarse a la fuerza de la hermosa india. Su ataque tiene éxito y se atrinchera en el Torreón. Pero el soldado logra escapar y promete volver a rescatar a Mariña y recuperar la Torre.
Tras varios asaltos fallidos con sus fuerzas aliadas, Alvar Rodríguez, recurre entonces a una joven india llamada Nalcú, que había sido desplazada por el Cacique y estaba dispuesta a traicionarlo.
Nalcú visitó al cacique y con una poción lo adormeció, a él y a Mariña. Entonces pactó con los españoles para que atacasen a la fortaleza. En medio del ataque Rucamará reacciona y toma a Mariña sobre su corcel emprendiendo la huida, Rodríguez inicia su persecución y al verse acorralado el cacique montando a caballo, se arroja al mar con su amada desde lo alto de la barranca.
El soldado recupera el fuerte al precio de perder a su amor y así vivirá encerrado en la Torre por el resto de sus días convertido en Monje.
“Se cuenta que en noches de luna llena se oye el galopar de un caballo y se ve en lo alto de la torre la figura de una hermosa mujer morena vestida de blanco”