El escultor Emilio Manescau recreó la imagen de San Salvador, patrono de los pescadores, para que los trabajadores del mar tuvieran una referencia en el ingreso al Puerto con una luz que emanara de su corazón, pero la obra original no pudo ser terminada como lo soñó. Se robaron los fondos para su finalización y el creador decidió terminarla como pudo con sus propios recursos.
Constanza Manescau, la nieta del artista que le dio vida al imponente monumento ubicado en la Escollera Sur, contó la verdadera historia de la icónica obra de su abuelo y el conmovedor compromiso que demostró para darle forma a un símbolo del Puerto de Mar del Plata. Vive en España hace casi 20 años, es marplatense, realizadora audiovisual y tiene un vínculo familiar íntimamente relacionado con la identidad cultural de la ciudad.
Explicó que “nunca se terminó de construir la obra original, le faltan dos pasos. A mitad de obra, se paró y mi abuelo la terminó de construir con su dinero. Pudo terminar la obra en cemento pero no como la había pactado. El puerto tiene una historia muy grande y mi abuelo quería que los pescadores cuando llegaran a Mar del Plata vieran el Cristo desde lejos. En el corazón tiene que haber una lucecita, que se viera de lejos y todo el revestimiento para proteger de los rayos UV. Ahora lo dejaron desnudo al monumento“.
La nieta de Emilio Manescau contó la curiosa y tragicómica razón por la que la obra no pudo terminarse: “Mi abuelo
nació en Argentina pero su padre era español, quien también era un artista muy grande. Mi abuelo empezó como escultor, en un momento decidió ir a Mar del Plata, con su taller de cerámica y ahí la comunidad religiosa de la Parroquia Sagrada Familia le encargó la escultura. Cuando iba por la mitad de la obra, la cual tiene 14 metros, el cura desapareció con el dinero destinado a terminar la obra y nunca más se supo de él.Mi abuelo no era una persona adinerada, sacó de sus ahorros, trabajó un año y terminó el Cristo“.
La historia familiar fue pasando de generación en generación y tiene un origen relacionado naturalmente con la actividad pesquera de Mar del Plata. Al respecto, narró: “Yo viví con mi abuelo en mi adolescencia, se instaló en casa. Cuando viajé a España mi abuelo había vuelto así que estuve con él, teníamos conversaciones largas. Siempre voy al Cristo cuando voy a Mar del Plata y siento mucha emoción porque no es solo mi abuelo, mi papá fue toda la vida capitán de barco y yo sé lo que es no saber si va a volver después de un viaje. Todos los pescadores se sienten protegidos por el monumento. Para mí es muy familiar”.
Por otro lado, habló de la intención de llevar adelante una puesta en valor del sector donde está emplazado San Salvador, especialmente donde se depositan urnas funerarias de pescadores, placas recordatorias y otros elementos.
“Creo que se tiene que hacer responsable la ciudad o los gobernantes de esto porque retirar las urnas funerarias no es la solución sino terminar la obra del Cristo, cuidarlo de la intemperie, de las tormentas y plantearse hacer una parte para la gente que tiene familiares y que quiere dejar lo que quiera“.
Con la misión de lograr la finalización de la obra de su abuelo, Constanza Manescau anunció que, como realizadora audiovisual, contará la historia desconocida del mal llamado “Cristo” de la Escollera Sur con el foco puesto en la ciudad de Mar del Plata.
“Estoy haciendo un documental para buscar fondos para que se pueda terminar la obra, para saber de dónde viene, qué pasó, por qué no se terminó.Lo estoy haciendo con mis fondos, el fin no es ganar dinero sino que alguien lo vea y terminen la obra, que pongan una subvención y se termine. El documental se llama ‘El Salvador’ y cuenta la historia del Cristo y de mi abuelo. Es mi herramienta de expresión, lo veo como algo maravilloso, muy conmovedor, humano. Es muy triste que la obra no esté finalizada y nadie lo sepa. De eso va el documental”, contó.
En ese sentido, agregó que “van a haber diferentes tomas, archivos, imágenes de Mar del Plata por tierra y por aire. El trailer saldrá dentro de poco. Yo lo hago desinteresadamente, sin ayuda, con mis herramientas de cineasta, si se logra una subvención es para la obra para la gente de la ciudad“.
Su historia personal dentro del mundo del cine se dio de menor a mayor y ella misma fue construyendo paso a paso su ascendente carrera desde que emigró de Mar del Plata a España. “Siempre fue muy curiosa desde pequeña y sentía que necesitaba algo más, me recibí de maestra mayor de obras allá y le dije a mi padres que quería viajar. Me fui a Barcelona y empecé a trabajar en el cine,
en rodajes, en publicidades, películas, primero poniendo los cables, las luces, después de directora de fotografía, fui subiendo hasta que llegué a ser directora. Es difícil hacer un documental porque tenés que saber todo perfecto, sino es una ficción. El día que salga va a ser un alivio increíble”.
La cineasta señaló que “hace como un año sentí el llamado, cuando vi la desesperación de la gente por la pandemia. Ese símbolo es necesario. Que no se muera, porque se está desgastando, el momento es ahora. San Salvador junta mucho amor de la gente“.
Por último, expresó en un relato conmovedor que “aunque el tiempo pase me gustaría que en Mar del Plata se sepa que hace unos años había un viejito de 70 años arriba de un andamio contra el viento haciendo una escultura con su propio dinero para el bien de la gente. Quiero que vean eso, que existe el amor en la humanidad y el cuidado entre
nosotros. Que sepan que no es solo un trozo de cemento. Tiene un alma. Y no dejemos que ese alma muera. Porque el San Salvador es parte de Mar del Plata y si se muere el San Salvador se muere parte de Mar del Plata”.
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