top of page
Foto del escritorDaniel Speranza

Casco histórico de Buenos Aires

La circulación incesante de Buenos Aires tiene su corazón en el microcentro porteño. Pero durante el fin de semana, cuando las calles pierden caudal, salimos a buscar lo que el ajetreo de la vida cotidiana parece esconder: el pasado de Buenos Aires y del país, secreto y abierto para el que quiera visitarlo.


Por Marcos Rodríguez

Parados a la sombra de un árbol en la Plaza de Mayo, mapa en mano, estábamos dispuestos esa apacible mañana de domingo a descubrir los secretos de una Buenos Aires que siempre estuvo ahí, pero que no supimos ver.

De pie frente a nosotros, casi dolorosamente blanco, estaba el histórico edificio del Cabildo. Cruzamos la avenida y nos sumergimos en sus arcadas dispuestos a caminar por los pisos por los que caminaron los hombres de la Revolución. Dentro funciona el Museo del Cabildo y la Revolución de Mayo. Encontramos mucho más de lo que esperábamos ver.


Saliendo del Cabildo hacia Avenida de Mayo, vimos las fachadas de dos de los edificios que ocupa hoy en día el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, históricas construcciones con un pasado propio.

Estos edificios, la actual Jefatura del Gobierno de la Ciudad y la Casa de la Cultura (antiguo edificio del diario La Prensa) son utilizados como oficinas, pero los fines de semana, cuando los empleados disfrutan de sus días francos, se pueden recorrer con visitas guiadas.


Comenzamos la visita por la puerta de la Jefatura de Gobierno que se abre hacia la

calle Bolívar, en la escalera dos granaderos franquearon nuestro paso. A través de un gran salón entramos en los despachos del gobierno y vimos reliquias y obras de arte de gran significado político.

La Casa de la Cultura, por otra parte, resultó ser una explosión de sorpresas. Aquí cada rincón maravilla y oculta un significado. Una hermosa construcción que sigue vibrante.

A pocas cuadras de donde estábamos, bajando por la calle Perú, llegamos a la Manzana de las Luces .


Este espacio encerrado entre cuatro calles concentra más historia que cualquier otra sección de Buenos Aires.


Llamada “de las Luces” por haber sido escenario de los primeros (y más

importantes) colegios y universidad de la Argentina, encontramos al entrar en ella restos de un pasado muy anterior que, como los túneles subterráneos que visitamos, se esconde desde antes que el país fuera país.

A través de visitas guiadas fuimos entrando en sus secretos.

Después de caminar entre altos paredones y ladrillos de más de tres siglos, bajamos por la calle Moreno hasta cruzarnos con Defensa, otra de las calles históricas de la ciudad.


Pero lo que nos sorprendió aquí no fueron el Museo de la Ciudad o la enorme Basílica de San Francisco, sino la vida que bullía en el aire.

La calle se había vuelto peatonal y los puestos de artesanías, souvenirs, libros, ropa y todo lo que se nos ocurra ocupaban las veredas. Acá o allá, siempre de algún lugar nos llegaba música de tango. Gente de acá, de allá y de todos lados se paseaba bajo el sol viendo y preguntando.

La feria parecía seguir y seguir calle abajo hasta llegar a San Telmo, pero nosotros preferimos volver.


Al final del camino podía verse el pequeño obelisco con una estatua que representa a la libertad en la punta y, cuando se acabaron los puestos, estábamos otra vez en Plaza de Mayo.


Cruzamos la plaza en diagonal y entramos en la Catedral Metropolitana, otra gran construcción histórica cargada de significado.

Famosa por contener los restos del Libertador, el Gral. don José de San Martín, encontramos muchas otras cosas que llamaron nuestra atención. Los pisos, las pinturas, la arquitectura. No pocos sentirán el fervor religioso o el patriótico.

Habiendo salido de la catedral, era hora de visitar aquel gigante que nos había estado mirando desde el otro lado de la plaza durante todo el día, el lugar en el que la historia se hace: la Casa Rosada.


Ocupada los días de semana por presidentes, ministros y demás funcionarios, los fines de semana abre sus puertas para que los visitantes puedan recorrer al menos una parte de sus interiores.

Grandes salones, escaleras y mármoles se muestran de mano de los granaderos que, en postas, van cumpliendo la función de guías.


Así, tras horas de caminar en torno a la Plaza de Mayo, pudimos acercarnos un poco más a la Buenos Aires que fue y que todavía es.


Con un poco de nostalgia pensamos, mientras el sol comenzaba a bajar, que en pocas horas la vida ocuparía otra vez las calles y esa ciudad secreta se escondería otra vez hasta el próximo fin de semana.



1 visualización0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


bottom of page