El parque nacional Nahuel Huapi (Isla del Jaguar) (estrictamente parque y reserva nacional Nahuel Huapi) es una extensa área natural protegida ubicada en el sudoeste de la provincia del Neuquén y en el oeste de la de Río Negro, en la Patagonia de Argentina. El parque forma parte de la reserva de biosfera Andino Norpatagónica desde 2007.
Es el más antiguo de los parques nacionales argentinos, ya que fue creado el 8 de abril de 1934, sobre la base de la donación de tierras que realizara Francisco Pascasio Moreno con este fin. El parque abarca 717.261 ha, en una franja de unos 60 km de ancho por unos 170 km de norte a sur, recostada sobre la cordillera de los Andes.
El parque Nahuel Huapi es internacionalmente conocido por su atractiva geografía en la que se destacan el lago Nahuel Huapi, y el cerro Tronador que son complementados por un variado conjunto de montañas, valles, más de 60 lagos y lagunas, y un sinnúmero de arroyos.
El parque, ubicado entre las altitudes de
700 m s. n. m. y 3400 m s. n. m., se destaca por sus ecosistemas representativos de los Andes patagónicos, habitando en él más de un millar de especies botánicas superiores, y unas 300 especies de animales vertebrados. Los mismos se distribuyen en cuatro ambientes: el altoandino, el bosque andino patagónico, el bosque húmedo y la estepa patagónica.
El parque nacional Nahuel Huapi es uno de los más extensos y parece tenerlo todo: montañas, lagos, ríos, bosques, estepa y hasta una gran ciudad, Bariloche.
En este lugar de la Patagonia, comenzó la historia de los parques nacionales argentinos, que hoy se distribuyen por todo el territorio nacional.
Se han contabilizado un gran número de especies de mamíferos, aves, peces y reptiles, incluyendo varias que se encuentran amenazadas o en peligro de extinción. Los amplios bosques y ambientes naturales incluyen una rica variedad de plantas, con profusión de coihues, cipreses y alerces.
Entre su fauna característica se destacan los cóndores, ciervos, jabalíes, pumas y guanacos. En épocas recientes ha aumentado la amenaza que las actividades que realiza el hombre en la región representan para la integridad del parque, sus ambientes naturales y las especies que moran en él.
Las cumbres del cerro Tronador (3.554 metros sobre el nivel del mar), Crespo y Cuyín Manzano demarcan el límite con Chile.
Cerros como Santa Elena, Bastión, López y Catedral, cuyas alturas varían entre los 1.800 y 2.400 metros, marcan profundos valles y quebradas, donde se encuentran los conocidos pasos Puyehue, Pérez
Rosales y el de los Vuriloches, muy utilizado por los indígenas. Hacia el este, en la zona preandina, se alzan los cerros Otto, Ventana y el cordón del Ñirihuau, que ofrecen espectaculares vistas panorámicas desde sus cimas.
La naturaleza altoandina crece sobre los 1.600 metros sobre el nivel del mar, con una vegetación rala de pequeñas hierbas adaptadas a la rigurosidad del clima. En esta región anida el cóndor y, durante el verano, se refugia el huemul. La nieve que se acumula en invierno permite mantener los últimos glaciares y una delicada red de arroyos, ríos, lagos y lagunas.
Los bosques cubren las partes bajas de las montañas y los valles. Lengas, coihues y ñires florecen en primavera creando uno de los paisajes silvestres más coloridos. Las flores rojas del notro, la trepadora mutisia, de vibrante color naranja, los tonos lilas de la virreina y el amarillo vibrante del amancay tapizan el sotobosque.
El paisaje que forman los lagos escondidos entre los bosques supera las mejores pinturas impresionistas. Un inobjetable primer lugar ocupa el lago Nahuel Huapi, con 560 kilómetros cuadrados y 454 metros de profundidad, el doble de extensión que la ciudad de Buenos Aires. En el centro emergen la isla Victoria, de 31 kilómetros cuadrados, y otras islas menores, como Fray Menéndez, Huemul y el islote Centinela. Lejos, le siguen lagos como el Traful, Gutiérrez, Mascardi y Guillelmo, además de las lagunas Negra, Schmoll, Touchek, Frías y Jacob que, junto a otros cauces, desaguan en el Atlántico o el Pacífico.
Cerca del límite con Chile, en el área de Puerto Blest, las lluvias alcanzan los 4.000 milímetros anuales, permitiendo el desarrollo de la selva valdiviana. Los cipreses de las guaitecas, los maniú macho y hembra, laurel, alerce y el fuinque son algunas de sus especies nativas. En la densa vegetación difícilmente se dejan ver el pudú, el gato huiña y el monito del monte, pero sí se pueden observar anfibios y aves como el carpintero negro, el chucao, el rayadito y la cotorra austral.
En algunas islas del Nahuel Huapi vive el cormorán imperial, curioso hábitat para un ave preferentemente marina.
Una especie típica de esta área protegida es el huillín, una nutria nativa que puebla las costas de los lagos, lagunas, ríos y arroyos.
El tuco-tuco colonial es un roedor que
también vive en este ambiente, construyendo madrigueras subterráneas. Son comunes las gaviotas cocineras que siguen a las embarcaciones.
Al alejarse de los lagos, hacia el este de los bosques andino-patagónicos, se extiende un área de transición con la estepa patagónica que se distingue por un bosque abierto de cipreses, radales, ñires y maitenes. Presenta una mayor variedad de fauna porque conviven ejemplares propios del bosque con los característicos de los pastizales esteparios. El ciprés cubre las laderas rocosas de Valle Encantado, uno de los rincones más exquisitos del parque.
En la misma orientación, empiezan a disminuir las precipitaciones, marcando una zona de cañadones y mesetas semiáridas.
En plena estepa patagónica, los pastos de tonos amarillos y anaranjados albergan a zorros, pumas y guanacos, junto a aves rapaces como el gavilán ceniciento y el halconcito colorado, entre otros ejemplares característicos.
Los mapuches dieron a la cuenca más importante el nombre Nahuel Huapi, que significa "isla del tigre" y que hace referencia a la isla Victoria, la más grande del lago. Se presume que este nombre alude al tótem de una familia puelche que pobló la zona o quizás a la comparación de aquellos indígenas con los tigres por su audacia y valentía.
Más allá de las leyendas e historias que inspiró el Nahuel Huapi, lo cierto es que a su alrededor se asentaron diferentes grupos étnicos: los tehuelches (cazadores y recolectores), los puelches (adaptados a la vida lacustre) y los araucanos (de actividad agrícola). Estas poblaciones indígenas superaron las expediciones esclavistas que provenían de la región de Chile, las misiones jesuíticas y los distintos exploradores, hasta quedar finalmente desarticuladas por la Conquista del Desierto, en 1883.
Casi inaccesibles, hoy en día el Parque Nacional Nahuel Huapi preserva rincones con numerosos sitios arqueológicos que tienen más de 10.000 años, donde se encuentran petroglifos y pinturas rupestres.
Los colonizadores y pioneros europeos introdujeron especies exóticas como el ciervo colorado, el ciervo dama, el jabalí y la liebre, con el fin de embellecer lo que consideraban una empobrecida fauna de estos ambientes.
En los bosques que no estaban adaptados causaron un gran impacto, al igual que en las especies nativas. Del mismo modo, la introducción de la trucha para la pesca hizo retroceder al puyen y al pejerrey patagónico. Por estas razones, se permite la caza y la pesca reglamentada y autorizada en distintas temporadas por la intendencia del Parque Nacional.
Asimismo fueron introducidas la rosa mosqueta, el lupino, la retama y la margarita que, entre otras plantas, se aclimataron perfectamente.
Y gracias a la falta de controles naturales, comenzaron a dispersarse ya sin ayuda del hombre.
La extracción maderera ilegal y los
incendios forestales amenazan la conservación de esta área protegida. La lenta recuperación de las especies arbóreas facilita que las lluvias y el viento laven el suelo causando erosión.
Recorridos:
Las excursiones lacustres tradicionales del Parque son los paseos a la Isla Victoria, al Parque Nacional Arrayanes, a Puerto Blest y al Lago Mascardi. Este servicio se puede contratar en las agencias de turismo locales.
Son más de 500 km de camino los que surcan el Parque Nacional y que se pueden recorrer en auto para disfrutar y conocer sus atractivos. En la zona norte se destaca el circuito que conduce a la confluencia de los ríos Limay y Traful y llega al Valle Encantado con sus espectaculares formaciones geológicas. Otra propuesta es tomar el camino de los lagos y transitar también por sectores del Parque Nacional Lanín.
Travesía que une el refugio Frey y el refugio General San Martín:
Lleva 8 horas y pasa por el filo del Catedral, el valle del Rucaco y el filo del cerro Brecha Negra. Dificultad: media.
Desde el refugio General San Martín, por el río Casalata, hasta la zona del hotel Tronador:
Bajada de 8 horas que pasa por el paso Schweitzer. Dificultad: media.
Recorrido que une la zona del refugio Segre y el refugio López con la laguna La Carne:
Dura dos días y medio y se llega hasta Pampa Linda, en la zona del monte Tronador. Dificultad: media.
Desde la zona del hotel Tronador hasta la laguna Cretón:
Empalma con el circuito anterior y pasa por laguna Azul. Hasta este punto, la dificultad es baja y lleva 3 horas. En el último tramo a laguna Cretón, la dificultad es media y se suman 3 horas más.
Travesía que une los refugios General San Martín y Segre:
Es un recorrido que lleva 12 horas y se necesita guía de montaña. Dificultad: muy alta.
Excursión al fondo del valle del Castaño Overo:
Tres horas de paseo. Dificultad: baja.
Travesía que une el sector de Pampa Linda con lago Frías:
Son dos días de recorrido y pasa por Paso de las nubes. Dificultad: baja.
Las dependencias de Parques Nacionales ofrecen información sobre los distintos circuitos.
La Intendencia del Parque Nacional se encuentra en Bariloche, a orillas del lago Nahuel Huapi.
Dentro del área protegida se encuentran numerosas zonas de acampe libre y organizado, además de hoteles, hosterías, cabañas y bungalows.
También se encuentran otros atractivos centros turísticos como Villa La Angostura y Villa Traful, que cuentan con todos los servicios.
Los lagos y ríos permiten la práctica de deportes náuticos como kayak, canotaje, velerismo, windsurf y rafting.
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