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Foto del escritorReinaldo Cernadas

Valle de Punilla

El Valle de Punilla es un valle cuasi urbanizado del área metropolitana de Córdoba, que se ubica en el centro oeste de la provincia de Córdoba, en la región central de Argentina.

Fue de obligado paso en el antiguo camino hacia las provincias del Cuyo. En la actualidad es uno de los principales centros turísticos de ese país. Este valle conforma la mayor parte del territorio del Departamento Punilla.


Un paseo por Punilla

Por Marcelo Sola

La estratégica ubicación geográfica de Villa Carlos Paz permite a sus visitantes recorrer los valles de Punilla, Traslasierra o Calamuchita en el día y descubrir las historias y paisajes de estas localidades turísticas que conforman gran parte de la provincia de Córdoba.


Empezamos una nueva aventura recorriendo el primero de estos valles. Decidimos que lo mejor sería contratar una excursión guiada para poder apreciar relajadamente el entorno que atravesaríamos. Al mismo tiempo, tendríamos una nutrida información sobre los lugares, sus anécdotas y su gente.

En un abrir y cerrar de ojos, abandonamos "la feliz serrana" por la ruta nacional 38, con dirección norte. A la pintoresca localidad de Bialet Massé se le sucedieron los pueblos de Santa María de Punilla y Cosquín.


En este punto nos detuvimos para observar cómo ensayaban los bailarines de la localidad en el escenario ubicado en la plaza Próspero Molina, donde se realiza el famoso festival de folklore argentino.

Continuamos por la 38 observando las maravillosas sierras cordobesas, colmadas de quebrachos, molles y chañares que le otorgan un tono verduzco que marca un fuerte contraste con el color celeste del cielo.


Luego, pasamos frente a las localidades de Valle Hermoso, La Falda, Huerta Grande y Villa Giardino, conocida esta como “el jardín de Punilla” por los grandes maceteros con flores de diversas especies que se encuentran en sus veredas.

El transfer siguió su rumbo conduciéndonos por los accesos de las localidades de La Cumbre y Los Cocos, hasta Capilla del Monte, donde realizamos nuestra primera parada.


Al ingresar a la localidad, llamaron nuestra atención las antiguas casonas de fines del siglo XIX con claros ornamentos europeos.

Vimos, además, la única calle techada de Sudamérica, en la que se encuentra un completo centro de actividad comercial.

Como telón de fondo de esta villa serrana, apreciamos la imponente silueta del mítico cerro Uritorco, en el cual sucedieron algunos acontecimientos que no han podido ser explicados racionalmente, como desplazamientos de luces en su cima, presencia de OVNIs, campos energéticos, ciudades ocultas o puertas a otras dimensiones, y que han hecho que la vida en sus faldeos cambie categóricamente.


Lo cierto es que luego de escuchar algunas de estas historias, no dudamos en querer visitar su base y realizar una caminata por los alrededores.

Este enigmático cerro es visitado anualmente por miles de turistas, metafísicos y entusiastas provenientes de todo el mundo.


Sobre sus inmediaciones, además del hermoso río Calabalumba, en el que se puede realizar un trekking liviano sobre su orilla, se pueden adquirir gemas de diverso valor, a base de cuarzo, feldespato, mica, amatista, calcita, granate o epidoto, entre las más destacadas.

Nosotros caminamos hasta la “higuerita”, considerada un punto energético sobre la base del cerro, por estar ubicada perpendicularmente a la cima.


Luego de guardar silencio unos instantes y de intentar sentir alguna “vibración” especial por parte del cerro, pensamos que lo mejor sería pegarse un chapuzón en

el río y disfrutar del maravilloso paisaje que se presentaba ante nuestros sentidos.

De la base del cerro Uritorco, nos dirigimos al Paseo los Mogotes, un área de pic-nic y acampe ubicado al norte de Capilla del Monte.


Luego de almorzar nos fuimos al “Paso del Indio”, una estrecha hendidura entre dos rocas que no supera los 50 centímetros, a metros del río Dolores, para apreciar la imagen de un rostro nativo tallado naturalmente sobre la roca

por la erosión del viento y el agua. Trepar por las inmensas piedras del lugar es una experiencia tan singular como inolvidable. En fila transitamos por el agreste paisaje hasta dar con la cara del aborigen.

De vuelta en el transfer, regresamos a la localidad de La Falda. En este punto, nos desviamos hacia el oeste por un camino de ripio. Cruzamos el río Grande de Punilla y nos internamos en la Pampa de Olae, en la zona de la Piedras Grandes, donde hace 400 años habitaron los nativos comechingones. Aprovechamos la oportunidad para conocer lo que en algún momento fue una vivienda de estos

“moradores de cuevas”, con sus morteros en una de las puertas. Con estas herramientas, las mujeres de la tribu molían las semillas del algarrobo negro para hacer una especie de harina que luego utilizaban para amasar una galleta crocante y dulce.

Con el atardecer sobre nuestros hombros, comenzamos el regreso a Villa Carlos Paz. Desandamos la zigzagueante ruta 38 y, antes de quedarme dormido sobre la butaca del transfer, me prometí regresar. Aún queda mucho por descubrir en este hermoso valle de Punilla.

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