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Foto del escritorReinaldo Cernadas

Parque Nacional Talampaya

El parque nacional Talampaya se encuentra ubicado en el centro-oeste de la provincia de La Rioja en Argentina entre los departamentos de Coronel Felipe Varela e Independencia.

Fue creado con el objetivo de proteger importantes yacimientos arqueológicos y paleontológicos de la zona y ocupa 213 800 ha (según la Administración de Parques Nacionales).

Se encuentra adyacente al parque provincial de Ischigualasto ubicado en la provincia de San Juan, también conocido como Valle de la Luna.


En 2000 la Unesco declaró a ambos parques como Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad en América.​


El nombre Talampaya corresponde al extinto idioma cacán y significaría: río seco del tala.


Las serranías bajas del oeste riojano, exponen procesos erosivos que forman cañadones rectos y altos paredones. Su paisaje, la flora y fauna son característicos del bioma del monte.

Es el resultado de movimientos tectónicos, a los que durante milenios se han sumado la erosión del agua y el viento en un clima desértico con grandes amplitudes térmicas, intenso calor de día y bajas temperaturas de noche, con lluvias torrenciales en verano y vientos fuertes en primavera. La altura promedio del terreno es de alrededor de 1300 m s. n. m..


El Parque Nacional Talampaya

Por Pablo Etchevers

En el kilómetro 148 de la ruta nacional 76 se encuentra el ingreso al área de servicios del Parque Nacional Tampaya.


Allí se encuentran las oficinas administrativas y desde allí parten las excursiones que llegan hasta lo más profundo del cañón y nos van mostrando a su paso todo lo que a él se refiere.


En la entrada, además de una feria artesanal y un restaurante-confitería con sus respectivos sanitarios, hay un camping que brinda hospedaje a distintos grupos que eligen el parque para realizar excursiones durante varios días por los distintos senderos que nos propone.

El parque nacional Talampaya ocupa una superficie de aproximadamente 215 mil hectáreas que se ubican al sur de la provincia de La Rioja y que en su interior poseen vestigios de cómo era la vida en este lugar hace millones de años.


Sus colores rojizos y marrones logran transportarnos a otro mundo en el que en algún momento reinaron los dinosaurios y otras especies hoy extinguidas.

Año tras año, más de 50 mil turistas llegan a esta región de Argentina para apreciar los paredones rojizos de más de 150 metros de altura, sus cóndores que anidan en los picos y las curiosas formas talladas en las montañas por la erosión, entre las cuales sobresalen el Monje o la Torre, además de otras como el Centinela, el Rey Mago sobre el camello y el Tablero de Ajedrez.

La erosión se produce por la acción del viento y de las lluvias y al ser estas montañas de tierra y areniscas, muchas de estas “esculturas” naturales desaparecerán con el paso del tiempo y se formarán otras que la imaginación del hombre se encargará de volver a bautizar.

Los antiguos habitantes de esta zona la llamaron “talampaya” explicando con este nombre (para nosotros el significado es “río seco del tala”) parte de la geografía del lugar.


Durante la mayor parte del año, los cauces de los ríos se encuentran totalmente secos, con apenas un hilo de agua que corre de acuerdo a la morfología

del terreno. Por el contrario, cuando aquí es época de lluvias (a veces tan solo horas), los cauces se llenan de repente de agua a tal punto que ser tornan verdaderos ríos que corren con una fuerza y bravura pocas veces vista, arrastrando a su paso todo lo que tocan.

Luego, el agua desaparece y los cauces vuelven a secarse y se convierten en anchos caminos ideales para transitar en 4x4, practicar travesías en bicicleta o caminatas y hasta divertirse con deportes de viento como por ejemplo el carrovelismo.


Patancillo es la población más cercana al parque (30 kilómetros).


A esta le siguen Villa Unión (60 kilómetros), Patquía (120 kilómetros) y la capital riojana, a 220 kilómetros de distancia.

En el año 1975 la zona fue declarada Parque Provincial, en el año 1997 pasó a ser Parque Nacional y en el 2000, cuando ya todo el planeta lo conocía, el lugar fue declarado Patrimonio de la Humanidad.


El mundo “Dino” en Talampaya

Las dos áreas protegidas pertenecen a la cuenca geológica “Ischigualasto” que representa la evolución del Planeta en el Período Triásico entre 200 y 250 millones de años.


Y es en esos puntos donde se encontró el primer resto paleontógico de este tipo como los dinosaurios y uno en especial el más pequeño, de apenas 30 centímetros.


También se halló la tortuga más antigua que se conoce en el mundo, todo lo que motiva la llegada de científicos de distintas latitudes para recabar información.

Estos hallazgos de los primeros dinosaurios fueron y son la clave para definir la importancia del lugar que los albergó seis millones de años antes de que reinaran los dinosaurios gigantes durante el Jurásico y que desaparecieron hacia el Cretásico.


Una de las características principales de este territorio es que al formarse la Cordillera

de Los Andes, el corazón de la tierra quedó expuesto tal como se ve hoy en día y como si fuera una pizarra gigante se relata la evolución del planeta en cada capa sedimentaria que exhibe un color diferente de acuerdo con la antigüedad y lo que ocurrió en ese momento. Rojo, blanco, amarillo, rojo, naranja o lila, de acuerdo con la antigüedad, son los colores de los sedimentos.

Su historia califica los recorridos por la zona que, además, presenta otro circuito a “Ciudad perdida” donde la erosión dejó al descubierto geoformas que simulan una ciudad sumergida entre cañadones.


Son las excursiones menos conocidas y más diferentes en cuanto a los colores e historias donde además, el caminar entre los cañadones permite advertir la flora y

fauna entre guanacos, zuris (ñandúes), cóndor andino y maras (la libre autóctona) emblema del Parque.

El Parque Nacional Talampaya abarca unas 215.000 hectáreas protegidas que sumadas al vecino parque sanjuanino, en total son 275.300 hectáreas protegidas y Patrimonio de la Humanidad.


Tiene dos entradas principales, la tradicional donde se encuentra el centro de informes, restaurante, centro de servicios que incluye duchas y sanitarios y las oficinas donde se contratan las

excursiones y el parque para acampar.

Desde la entrada principal hay un circuito autoguiado frente al centro de servicios , “sendero del Triásico” especial para recorrer en familia porque cuenta de menor a mayor tamaño con dieciséis réplicas de dinosaurios de dimensiones reales que poblaron la zona como el “riojasaurus incertus” un herbívoro que superaba los siete metros de largo.


Este recorrido es de doscientos metros y

se realiza de a pie, en cualquier momento de la visita al Parque mientras que las excursiones Safari Aventura Plus, se contratan vía e-mail, teléfono o directamente en el centro de servicios de la entrada principal del parque.

Se accede hasta la figura “El Monje” y de regreso hay una sorpresa con degustación de quesos, nueces y pasas, refresco y un Torrontés, emblema de la uva blanca de suelo riojano.


El trekking por la Quebrada Don Eduardo, es un imperdible paseo de baja dificultad que dura hasta tres horas o los senderos del Jardín botánico y Petroglifos, son parte del encanto de este lugar a los que se llega en vehículo contratado autorizado por el parque para luego descender y realizar las caminatas.


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