El parque nacional Los Arrayanes es un parque nacional ubicado en el departamento Los Lagos de la provincia del Neuquén en Argentina. Ocupa las 1796 ha de la península de Quetrihué, sobre la ribera norte del lago Nahuel Huapi. Forma parte de la reserva de biosfera andino norpatagónica desde 2007.
Estos árboles se concentran en la Península de Quetrihué (provincia de Neuquén), que se encuentra en el extremo norte del lago Nahuel Huapi y está comprendida en las 1.753 hectáreas del Parque.
Considerado un emblema, este Bosque de Arrayanes, que cubre cerca de 20 hectáreas, representa un paisaje único en el mundo y después del glaciar Perito Moreno es una de las caras más conocidas de la Patagonia.
El arrayán, que pertenece a la región andino-patagónica, es un árbol nativo de sutil encanto, con una corteza color canela cubierta de manchones blanquecinos, fría y suave a la vez.
Crece muy lentamente a orillas de ríos y lagos y puede alcanzar los 15 metros de altura. Sus hojas pequeñas y de brillante verde, que no caen en invierno, contrastan en verano con las numerosas flores blancas que colman las ramas. Cuando el sol traspasa el follaje, todo el bosque se inunda de colores ocres, creando una tenue y fantástica atmósfera.
En el área norte de la península también se levantan cipreses, palos santos, maitenes, laureles, canelos, coihues, radales y ñires, entre varios arbustos, como el notro, el michay, el chapel y el ciruelillo, formando matorrales densos en algunos sectores.
Los zorzales patagónicos, rayaditos y chucaos anidan en este mágico ambiente y en las orillas de los lagos suelen verse hualas y garzas brujas. Entre los mamíferos se encuentran el zorro colorado, el zorrino, el pudú y el huillín.
Las especies introducidas como el jabalí, el ciervo colorado y la liebre europea amenazan la conservación de este entorno ambiental, al igual que el ganado vacuno perteneciente a dueños privados de un determinado sector de la península de Quetrihué. El pastoreo de estos animales altera la vegetación nativa y erosiona el suelo. Asimismo debería evaluarse el impacto del turismo que también ha modificado considerablemente el ambiente.
Qué hacer en el Parque Nacional Arrayanes
Sendero al Mirador Brazo Norte: vista a Brazo Machete
Por un sendero que sube un poco más de un kilómetro en una pendiente tolerable, se llega al Mirador Brazo Norte, dentro del Parque Nacional Arrayanes; a unos 20 minutos de trekking sobre tierra desde la oficina de los guardaparques. Los primeros 800 metros del sendero son compartidos con los caminos que van al bosque de arrayanes y a los dos miradores. Luego el camino se bifurca con los que van hacia el bosque de arrayanes, y a unos 150 metros se vuelve a dividir entre los que van para uno u otro mirador. Ahí hay que seguir menos de 200 metros por el camino que indica hacia el Mirador Brazo Norte y se llega al balcón panorámico. Durante todo el camino se tiene una vista preciosa del lago asomándose entre el bosque que faldea el cerro.
Sendero al Mirador Bahía Mansa: vista al istmo de la península y a Villa La Angostura
Para llegar hay que salir por el sendero que está detrás de la casa de los guardaparques y que comparte los primeros 800 metros con el camino que va hacia el Mirador Brazo Norte y al bosque de arrayanes; luego el sendero se bifurca y hay que seguir las indicaciones que marcan al Mirador Bahía Mansa.
El camino recorre un kilómetro aproximadamente hasta el balcón mirador y vale el esfuerzo de cada paso que se da en la pendiente para llegar hasta ahí.
Sendero en el Bosque de Arrayanes
El bosque se recorre en una pasarela de madera que se extiende durante 800 metros en paralelo al suelo (y permite no dañar la zona con las pisadas de los turistas que viajamos hasta allá para visitarlo).
El camino sobre la pasarela es corto, dura unos 30 minutos aproximadamente, y de dificultad baja (cualquier puede realizarlo).
Los guardaparques del lugar aconsejan recorrerlo en silencio para sentir aún más la presencia de los añejos árboles, y abrazar a alguno de ellos para que, aunque sintamos frío, nos llegue su energía.
En el recorrido, se pasa por una famosa casa de té que está construida con troncos color canela y parece salida de un cuento de hadas.
En su interior tiene imágenes del bosque de arrayanes y del muelle en blanco y negro, mapas de la zona, sillones de estilo, y un hogar preparado para los días de mucho frío.
Se venden postres dulces y comidas saladas, y se puede visitar siempre que esté abierto el parque.
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