Ongamira es un valle situado al norte del Valle de Punilla y noroeste de la ciudad de Córdoba, Argentina. El nombre de este valle se deriva de la palabra "Unca-mira" en un idioma indígena: "Unca" se refiere al nombre de un jefe tribal, y "mira" significa un lugar.
Ongamira es conocido por sus cuevas y grutas, que tienen importancia geológica y arqueológica.
Las Cuevas de Ongamira son una serie de aleros o grutas que se distinguen tanto por su original estructura natural, como por la rica arqueología y etnohistoria que alberga de los pueblos originarios de Córdoba, Argentina.
En el año 2008 fueron distinguidas como Quinta Maravilla Natural de Córdoba, en un concurso auspiciado por la Agencia Córdoba Turismo, ente mixto formado entre el gobierno provincial, empresas privadas, y el diario La Voz del Interior.
Al norte de las Sierras Chicas de la provincia de Córdoba, a 25 km de Capilla del Monte sorprende el paisaje de Ongamira: un valle surgido en el período cretácico (entre 120 y 130 millones de años atrás).
El lugar está situado a unos 120 km de Córdoba; Se arriba al paraje viajando rumbo norte por la ruta 9, pasando Jesús María, en la comuna de Sarmiento, se encuentra la bifurcación con las rutas 60 (que dirije a Catamarca), y la ruta provincial 17, que dirige hacia el oeste rumbo a Ongamira. Una segunda opción, aunque más larga, es atravesar el valle de Punilla por la ruta 38, hasta toparse con la ruta 17 a la altura de la comuna de Charbonier.
El origen de su nombre deriva del cacique Onga (o Unca) fallecido en combate contra los invasores europeos con armas de piedra. En estas cuevas o grutas resistieron los aborígenes de la zona contra los españoles. Muchos de ellos se suicidaron. Compuesto por tres grutas, en la última de ellas pueden verse ocho morteros indígenas.
El valle está protegido por los cerros Pajarillo (1700 metros sobre el nivel del mar), Áspero (1640 m s. n. m.) y Charalqueta o Colchiqui (1575 m s. n. m.).
Las grutas, enormes paredones de piedra rojiza donde anidan aves de variado porte, sorprenden por sus formas intrincadas. Son varias, aunque no lleva demasiado tiempo recorrerlas. El ascenso al peñón de Charalqueta –donde se obtiene una magnífica vista del valle– se realiza por una pendiente suave y bien marcada y requiere unas tres horas de marcha.
El valle en su extensión ofrece un paisaje único de rocas así como el corte de montaña en capas, suelo y tierras rojizas, muy extrañas para la región. La vegetación es muy extensa con diversas especies como helechos, zarzamoras y eucaliptus, entre otros.
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