La Sierra del Aconquija es la divisoria natural entre las provincias argentinas de Catamarca y Tucumán, al sur del paso conocido como El Infiernillo. Sus máximas alturas se registran en los nevados del Cerro del Bolsón (5.552 m s. n. m.); Cerro de las Dos Lagunas y de Los Cerrillos a 5.500 metros , el Nevado del Candado y el Cerro Ñuñorco.
El parque nacional Campo de los Alisos, hacia el este de la misma, contiene numerosos sitios arqueológicos, entre ellos La Ciudacita, a más de 4.000 m s. n. m.
La Sierra se presenta como un bloque alargado que corre con rumbo noreste-suroeste, con una longitud de 105 km y un ancho que varía entre los 40 y los 60 kilómetros. En sus cumbres presenta un aspecto áspero que la distingue claramente de las demás Sierras Pampeanas, pues remata en una arista casi continua y de altitud uniforme. En las cumbres de las sierras que superan los 5000 m, perduran circos glaciarios formados durante la última glaciación.
Esta cordillera también es conocida como Nevados del Aconquija ya que sus más elevadas cumbres poseen hielos y nieves eternas, de hecho existe un glaciar, el de Chimberil, en la vertiente tucumana.
Sobre las laderas orientales, bastante abruptas, se escalonan de arriba hacia abajo las nieves eternas (sobre los 4500 m en verano), prado montano, un bosque
alpestre y luego una densa selva subtropical (yunga), producto de las lluvias por condensación de la humedad que llevan los vientos procedentes del este, y que hacen que se produzcan abundantes lluvias en esta zona; por lo que se produce un denso y variado tapiz vegetal representado por el pino del cerro, saúco, el aliso, la quinua, el molle, horco molle, el cebil, el tarco (o jacarandá), la tipa, el tala, el zapallo caspi y arbustos de añagua.
Estas laderas orientales presentan estrechas y profundas quebradas por donde corren gran cantidad de rápidos y caudalosos ríos, entre las quebradas se destacan la del Portugués en cuya base se encuentra Ibatín y la majestuosa Quebrada de Los Sosa, también existen espectaculares valles laterales como el del Siambón o el de San Pedro de Colalao.
La ladera occidental que desciende sobre los Valles Calchaquíes, en cambio, es árida y rocosa presentando vegetación de arbustos espinosos: tolas, quimiles y chilcas y cardones, cubierta de matorrales xerófilos. El Valle de Tafí hace un hiato o separación de la cordillera llamada Sierra del Aconquija respecto a las Cumbres Calchaquíes que se ubican al norte del citado valle.
Parque nacional Campo de los Alisos
El parque nacional Campo de los Alisos fue un parque nacional de Argentina en la provincia de Tucumán, que desde la promulgación de la ley n.º 27451 el 17 de abril de 2018 es parte integrante del parque nacional Aconquija.
Dentro de este nuevo parque nacional el Campo de los Alisos pasó a ser un área natural protegida denominada Portal Campo de los Alisos con categoría de conservación de parque nacional.
Fue creado en 1995 mediante la ley nacional n.º 24526, protegiendo inicialmente una superficie de 10 661 ha, que luego de una ampliación en 2014 llegó a la superficie de 17 000 ha.
El parque se extiende como una franja en dirección este-oeste en el sur de la provincia de Tucumán hasta su límite con la provincia de Catamarca. Protege la selva (nimbosilva), el bosque de montaña y el bioma altoandino.
Distante a 104 kilómetros de la capital de Tucumán, en el departamento de Chicligasta, y a 10 kilómetros al oeste de la localidad de Alpachiri, esta interesante área protegida fue creada en el año 1995 para preservar la selva y el bosque montano, además del bioma altoandino.
Posee cerca de 10.000 hectáreas que se extienden sobre las laderas oeste de los nevados del Aconquija. Este cordón montañoso, donde se destaca el cerro de la Bolsa, constituye la primera elevación hacia el oeste de la extensa llanura chacopampeana, con cumbres que van desde los 847 a los 5200 metros sobre el nivel del mar, limitando con la provincia de Catamarca y circundada por los ríos Las Pavas al norte y Jaya al sur.
Su vegetación es propia de las yungas, con una selva basal que se desarrolla hasta los 850 metros sobre el nivel del mar, donde se destacan la tipa, el cebil colorado y el lapacho.
Entre los 850 y 1200 metros se extiende la selva montana, rica en laureles y nogales, además de horcos molle, talas de selva, tabaquillos y cochuchos. También desde los 1000 metros forma parte del denso sotobosque la caña brava.
Por encima de los 1400 metros, crecen pinos del cerro y más allá de esta altura se encuentran los bosques de alisos del cerro, nogales, saucos y el llamativo amancay, que en primavera se luce con grandes flores rojas.
Abunda el helecho doradilla macho y, en algunas abras del bosque de alisos formando matas húmedas, el junco, además de arbustos de salvia blanca.
Por arriba de los 2000 metros, en manchones aislados sobre el pastizal, crecen pequeños bosques de queñoa, en medio de la pradera montana. Las siringas, cortaderas y sobre todo los chaguares, tapizan las paredes rocosas a partir de los 3000 metros, junto a yaretas, yaretillas y lupinos, a mayor altura.
Allí anidan aves en peligro de extinción como la quiula puneña, que en el amanecer se distingue por su canto, la remolinera común, el espartillero estriado, el gaucho andino, la cachirla andina, el jilguero de cola blanca y la monterita serrana, una especie endémica de las sierras del Aconquija.
También es común encontrar en el área al cóndor andino, el halcón peregrino, roedores como el pericote grande, la rata andina y una especie de oculto o tuco-tuco. Entre los mamíferos, el guanaco, el "sacha mono" o coatí, el lobito de río, el ocelote, el pecarí de collar, el zorro colorado, la corzuela, el chinchillón y el puma.
Misteriosa Ciudacita
En los altos faldeos orientales de los nevados del Aconquija, a 4400 metros sobre el nivel del mar, se levantan las ruinas indígenas de Ciudacita o Pueblo Viejo y Santuarios de Altura, que constituyen uno de los desafíos más importantes para la investigación arqueológica del noroeste argentino.
Su extraña ubicación y la monumentalidad de sus construcciones, completamente aisladas de las encontradas en el valle salteño de Yocavil, cerca de Cafayate, son verdaderas incógnitas. El debate de los arqueólogos gira en torno a su antigüedad y su origen.
Existen posturas que sostienen que Ciudacita habría pertenecido a los Incas y, en consecuencia, tendría unos quinientos años si se considera que la cultura incaica llegó a los valles calchaquíes cincuenta años antes que los españoles. Otros estudiosos piensan que sus mentores habrían sido descendientes de los aymará, pertenecientes al imperio Tihuanaco y, por ende, remontaría su antigüedad a más de dos mil años.
La posición más difundida asegura que Ciudacita representaría uno de los bastiones del límite sur del imperio, en la provincia inka del Collasuyu.
Al igual que otros asentamientos de la cultura incaica, expresarían los aspectos de la organización social, política y económica, impregnados de su cosmovisión simbólica, ritual y astronómica.
Ciudacita está formada por dos edificaciones centrales: una correspondería al recinto ceremonial o calasasaya y otra al grupo denominado de los corrales, unidas por un camino empedrado de un kilómetro de largo y de dos a tres metros de ancho, calzados con lajas y grandes piedras. Las instalaciones dedicadas al ceremonial poseen una plaza de unos trescientos metros cuadrados. Uno de sus lados está perfectamente calzado y nivelado en la saliente de la montaña, a modo de gran balcón, con una insuperable vista de la llanura tucumana. Para los investigadores, la finalidad de este espacio sería astronómica, con el objetivo de observar los solsticios y equinoccios. Muestra de ello es que el eje de la denominada "Puerta de Sol" ubicada en la plaza, coincide con la salida del sol en los equinoccios.
Otras historias encierra el camino principal del Parque, las de los puestos de estancias y refugios de pastores, habitados por los pobladores de esas alturas desde hace cien años.
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