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Foto del escritorReinaldo Cernadas

Mina La Mexicana

La Mina La Mejicana es una minaaurífera ubicada en el Cerro Famatina a 4600 m s. n. m. (General Belgrano) a 34 km de la ciudad de Famatina en la provincia de La Rioja, Argentina.

Para transportar la gran cantidad de mineral hacia Chilecito se construyó lo que para la época era una de las mayores obras de ingeniería del mundo, un cablecarril, que fue terminado en 1905, con una longitud de 35 km y que en la actualidad forma parte de los monumentos y lugares históricos de la Argentina.


Excursión hasta la Mina La Mejicana.

La ciudad de Chilecito, en la provincia de La Rioja, ofrece la posibilidad de realizar una travesía todoterreno a bordo de vehículos 4x4 hasta la boca de la mina La Mejicana, en un recorrido de más de 80 kilómetros que llevan al corazón de la Sierra de Famatina, bordeando precipicios, vadeando y remontando ríos a través de un entorno rocoso de colores ocre y amarillo.


Con punto de partida desde la segunda ciudad en importancia de la provincia, el itinerario recorre puntos icónicos de lo que fuera el Cablecarril, un sistema de 35 kilómetros que supo transportar toneladas de minerales (oro, plata, hierro, cobre y plomo) entre la montaña y la ciudad, desde 1905 hasta 1920.

El trayecto, casi siempre formado por caravanas de camionetas 4x4, es ofrecido por diferentes operadores de las ciudades de Chilecito y de Famatina. Actualmente, tres agencias habilitadas ofrecen en Chilecito la visita a La Mejicana; Marcos Moreno, de Salir del Cráter, un operador con más de 12 años de experiencia en travesías, contó que el recorrido “puede extenderse por un día o dos, ser hecho en

forma individual o en caravanas” y que además del recorrido a la mina, “hay otro de medio día hasta el Cañón del Ocre” que cubre el 70% del total del sendero”.

La partida desde Chilecito permite apreciar lo que fuera la Estación 1 del Cablecarril –instalación donde hoy se erige el Museo de Sitio– que era el punto de llegada desde lo alto del cerro a la ciudad, luego de un recorrido en bajante que sorteaba un desnivel de más de 3.500 metros.

Más adelante, el puente sobre el río Los Sarmientos abre paso a la ruta 40, un tramo en excelentes condiciones que enlazará luego con la ruta provincial 11, que atraviesa una quebrada de la Sierra de Paiman, transitándola por su lado oeste, hasta Famatina.


Con el río Copayán como ladero, este tramo de la ruta está ubicado a 25 kilómetros al oeste, en línea recta, del destino final de la travesía, que se convierten en 87 transitando los caminos.

Una vez dejada atrás la ciudad de Famatina, un punto blanco entre las estribaciones del cordón homónimo de la ciudad indica la cumbre del nevado General Belgrano, que con sus 6.350 metros es el pico extra cordillerano más alto de América.


A seis kilómetros de la ciudad, un pequeño cartel indica el desvío hacia el paraje Alto Carrizal, punto donde las

caravanas de aventura dejan la comodidad del asfalto para adentrarse en el ripio.

Atravesado el caserío, un puesto asistido por voluntarios lleva estricto control de los visitantes mediante una barrera y un registro, justificando su labor bajo el lema “Famatina no se toca”, en alusión a la lucha de ese pueblo contra la explotación minera a cielo abierto.

Pasado el retén, el sendero –todavía benigno para vehículos y visitantes– serpentea a 1.926 metros de altitud, acompañado por las aguas color ocre del río Amarillo, caudal de agua que será atravesado en repetidas oportunidades.


Sorprende en la aridez un cartel vial que parece estar fuera de contexto; con letras blancas y fondo verde indica que el destino La Mejicana está a 45 kilómetros a

la derecha y el paraje tres piedras, a 27.

Un pequeño vado sobre el río Achavil introduce a las caravanas en la aventura y anuncia lo que está por venir; en este punto, la ruta es ya una senda que atravesará y remontará infinidad de cauces.


A 50 kilómetros de la partida desde Chilecito, el camino ofrece una parada poseedora de un paisaje salpicado de motas verdes cruzado por la cinta amarilla del río.

Allí, un tramo de camino de cornisa y la perspectiva baja del horizonte montañoso permiten tener una idea acabada de la altura en la que se transita; entre piedras, cuestas y declives, los únicos ruidos que se perciben son los del viento y los motores de los vehículos que comienzan a sentir los primeros síntomas de la altitud de casi 2.700 metros sobre el nivel del mar.


El Cañón del Ocre, a 65 kilómetros del recorrido, está formado por el rompimiento de un dique natural cuya caída dejó al río 60 metros por debajo del sendero y el sedimento de gran cantidad de limonita (ocre), que da el nombre al lugar.

El próximo punto del viaje, la Quebrada del Río Amarillo, obliga a atravesar repetidamente el cauce por su caudal de 100 litros por segundo en invierno y más del triple en verano.


Según la experiencia de Moreno, el mejor momento para vadear y remontar las corrientes es “la temporada intermedia”, ya que, graficó, “en verano, por la gran cantidad de lluvias hay mucha agua y se torna difícil”.

A partir de aquí y por algunos tramos el camino se reduce a una huella demarcada por piedras que obliga remontar el río en varias ocasiones, contracorriente, en un andar lento y trabajoso.


Recorridos 77 kilómetros y a 3.500 metros de altura, comienza una exigente trepada donde el físico y los motores acusan recibo de las irregularidades del trayecto.

Sin horizonte a la vista, el camino sigue zigzagueante entre quebradas hasta Cueva de Pérez, paraje a 3.853 metros de altura, y que fuera la administración de la mina, ubicada a 700 metros por debajo del destino final, la boca de La Mejicana.


Rumbo a la Estación 8 del Cablecarril, a 4.260 metros de altura, una fuerte trepada deja a la vista los picos del Cordón de Famatina y la propia estación, con sus torres y cables todavía intactos, mientras que 3.500 metros por debajo, y entre dos picos, se deja adivinar la ciudad de Chilecito.


Tras un descenso hasta Cueva de Pérez, las caravanas se dirigen al destino final de la travesía, otra vez en ascenso y bordeando el río Amarillo, hacia la Estación 9, punto de partida del mineral a la ciudad y destino final de la travesía.

En medio de un paisaje amarillento, una última curva ascendente deja al descubierto lo que fuera, hasta 1920, y a 4.267 metros de altitud, la mayor productora de metales de La Rioja.


Restos de tolvas, mecanismos de carga y construcciones abandonadas comparten su soledad con los cerros dorados, recostados sobre un abismo de inigualables vistas.


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