Guandacol es una localidad argentina del departamento Coronel Felipe Varela, al oeste de la provincia argentina de La Rioja.
Se encuentra muy cerca del límite con la provincia de San Juan, en el km 3728 de la Ruta Nacional 40, sobre el río La Troya.
El distrito de Guandacol se encuentra ubicado al oeste de la provincia de la Rioja, a una distancia de 340 km de la ciudad capital, y a una altura de 1050 m s. n. m., abarcando 3200 km²; extendiéndose sus límites, por el norte, desde Agua de los guandacolinos hasta el abra de los Varejones; al sur, al noroeste limita con la provincia de San Juan, al este, la sierra de San Antonio, Villa Unión y sierra de las Bolas que corren de Norte a Sur, Oeste lo separa la cortina de Los Andes altas cumbres que sirven de límites internacional a las provincias fronterizas, y por las mismas cumbres, de Sur a Norte tocan a este distrito los cerros la Bolsa. El Cepo, las Aguaditas, el Cuerno y descubrimiento.
Guandacol cuenta con las siguientes poblaciones: Santa Clara, que le sigue en población, Establecimiento San Bernardo, Los Sapitos, El Molino, Santa Elena, El Zapallar, La Brea, La Aguadita, Las Cuevas, y estancias como el Letrero, Calderita, Potrerillo, La Ciénega, Las Tórtolas, Tambillos, Totorita otras.
Vallecito Encantado y Guandacol
Por Mónica Pons
Dejamos atrás Villa Unión para ir en busca de aquellos caminos aledaños en los que se pierde la noción del tiempo y el espacio y, quizá, no son tan conocidos como Talampaya o Ischigualasto. Allí todo se mide en centurias y milenios.
Subimos al auto y nos dejamos conducir por Víctor Reinoso, nuestro guía, para encontrar el Vallecito Encantado, sobre la ruta hacia Guandacol, a mano izquierda. Estacionamos el auto y dimos comienzo al trekking; el mundo comenzó a girar de otra forma.
El contacto con un entorno agreste, con ascensos y descensos por esos cañadones, le dio un enfoque distinto a lo realizado hasta ese momento.
Víctor nos anunciaba cada una de las figuras y realizaba algún relato interesante que hizo aflorar diversos sentimientos. Parados sobre arenas y piedras que fueron cambiando de ubicación quien
sabe cuántas veces ante la erosión eólica e hídrica imperantes, todo tenía otro valor para nosotros.
El viento soplaba fuerte y Víctor forzaba la voz para contarnos acerca de cada geoforma que íbamos encontrando. Apareció ante nosotros un peñasco enorme semejante a una gran pelota de fútbol a la que llaman Copa del Mundo. Nos pareció el trofeo que Maradona recibió en nombre de Argentina alguna vez.
Las formaciones provienen de la era Paleozoica, período Carbonífero, que supone unos 360 millones de años de antigüedad. Las rocas estás constituidas por material sedimentario tipo areniscas solidificadas, que ante lluvias y vientos se disolvieron y adoptaron formas extrañas. Así, aparecieron ante nuestra vista Barquito de Papel, Helado, Sombrero Mejicano, Perfil de la Momia, Cola del Cocodrilo, geoformas que la voluntad popular ha hecho conocidas.
Como en una caminata lunar, nos enfrentamos siempre con piedras redondas o chatas, cráteres, dunas de tonos cambiantes según fueran mezcla de arcillas con óxido de hierro u otros minerales. De golpe, todo cambió y apareció un valle verde; la profundidad de las napas de agua hace la diferencia. Por algo se lo conoce como Valle Encantado. Es que su quebradita, sus altos paredones, sus cauces de ríos secos nos enfrentaron con algo distinto.
Seguimos hacia Guandacol, un pueblo con casas de adobe, térmicas y flexibles ante las ondas sísmicas. Dos hechos históricos marcaron sus más de 300 años de vida. El primero es que durante la gesta sanmartiniana, una de las columnas que realizó el cruce de los Andes hacia Copiapó (Chile) lo hizo por este lugar. Un árbol de olivo guarda la nostalgia de dicha acción. Para rememorar la proeza, un grupo de gauchos guandacolinos todos los años toma a caballo el mismo paso internacional. La otra es que el coronel Felipe Varela, controvertida figura a quien se llamó el Quijote de los Andes, vivió en este pueblo. Visitamos las ruinas de su casa, que están siendo restauradas para convertirse en museo.
Guandacol es un pueblo antiguo, de vida tranquila y una plaza inmensa con mucho verde y poco movimiento. Toda su gente se conoce desde siempre y ve con orgullo cómo se han puesto en valor las maravillas naturales de la zona que ellos conocían y con los que convivieron toda su vida. El Vallecito encantado está casi, casi en la parte de atrás de sus casas.
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