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Foto del escritorReinaldo Cernadas

El Cañon del Ocre

Enclavada en las sierras de Famatina, una enorme grieta se abre en el suelo y cae unos 60 metros desde el nivel de la superficie. Desde el primer momento en que uno la divisa, sus colores amarillentos llaman poderosamente la atención. Es justamente el Río Amarillo el que corre en sus profundidades.


Por Ahicito Nomás

El Cañón del Ocre se formó hace millones de años atrás, luego de que en la Era Glaciar el cauce del Río Amarillo se viera interrumpido, estancando el agua en este punto para formar un dique natural que con el tiempo fue provocando la sedimentación de los sólidos que traía el agua.

La erosión natural fue cavando el terreno durante miles de años hasta crear el paisaje que hoy podemos disfrutar en este punto de la provincia de La Rioja, y que incluso es uno de los atractivos turísticos finalistas en el concurso de Las 7 Maravillas de La Rioja.


El cañón debe su nombre a los sedimentos que el río ha acumulado aquí, que además son los responsables del color amarillento que convierte a estas paredes naturales en un paisaje sorprendente y sin igual, digno de hacer un alto en el camino hacia la Mina La Mejicana y alzar la cámara para sacar fotografías increíbles. Una selfie tomada aquí será casi con seguridad tu próxima foto de perfil.

El ocre es un mineral terroso consistente en óxido de hierro hidratado que frecuentemente se presenta mezclado con arcilla, y tiene coloraciones amarillentas, anaranjadas o rojizas.


Tradicionalmente se lo ha utilizado como pigmento para pintura artística o corporal, y en la actualidad es usado para elaborar pinturas. Este cañon es un punto de extracción, explotación que curiosamente está monopolizada desde hace años por una sola familia de Famatina: los Olivera.

Para llegar hasta él es recomendable contratar un guía en Chilecito o Famatina, porque el camino de ripio es difícil y confuso; en medio de la montaña no está demarcado y quién no conoce podría perderse. Además, es sólo apto para 4×4, así que si estás con un vehículo convencional no hay alternativa.


Y por supuesto, si llegaste hasta aquí aguantando los interminables zarandeos de la camioneta, bien valdrá la pena ir un poco más allá hasta llegar a la mina La Mejicana, pero eso será cuestión de otro post.


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