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Foto del escritorReinaldo Cernadas

Amaicha del Valle

Amaicha del Valle es una comunidad del pueblo calchaquí que fundamenta su condición de tal invocando la Cédula Real de 1716, ya que los calchaquíes de la tribu amaicha no adhirieron a las guerras calchaquíes contra los españoles.

Como pueblo originario, tiene sus instituciones ancestrales, tales como el Cacicazgo y el Consejo de Ancianos. También tiene un extenso territorio que, en la actualidad cubre desde el Abra del Infiernillo, continuando por las Cumbres Calchaquíes hacia el Norte, hasta el cerro Pabellón y, en dirección oeste, hasta la ribera este del Río Santa María.

El estado de la provincia de Tucumán tiene presencia en el territorio Amaicha a través de diversas instituciones, entre otras la Comuna Rural de Amaicha del Valle.


Está ubicada en el departamento Tafí del Valle, en el noroeste de la provincia de Tucumán, Argentina, a 164 km de la capital provincial, San Miguel de Tucumán y a 57 km de la cabecera departamental Tafí del Valle.

Se comunica con la ciudad de San Miguel de Tucumán por las RN 38 y RP 307.


Se encuentra al este de la RN 40, desde la que se accede de dos maneras: por el norte a través de RP 357 (14 km), o por el sur a través de RP 337 desde la ciudad de Santa María, en la provincia de Catamarca (20 km).


Un legado histórico y arqueológico destacado, un microclima para disfrutar y años de tradiciones, son los condimentos que hacen de Amaicha uno de los imperdibles de tu visita a Tucumán.

A 164 kilómetros de la capital tucumana y a 1997 metros de altura sobre el nivel del mar, Amaicha del Valle goza de temperaturas medias de 20º C y un clima semiárido con un promedio anual de 360 días soleados.


Cada año, centenares de turistas la eligen para recorrer sus calles y sumergirse en su legado arqueológico de los pueblos originarios de la zona.

  • Bodega Comunitaria

Las características del suelo y el clima de Amaicha hacen posible el desarrollo de la actividad vitivinícola, lo cual dio origen a la primera Bodega Comunitaria de América del Sur (tercera en el mundo) llamada Los Amaichas. Visitarla significa la posibilidad de conocer el proceso de elaboración de sus vinos y la historia de la cultura vitivinícola del pueblo originario Los Amaichas.

  • Dique Los Zazos

El Dique Los Zazos es un espejo de agua azul que se encuentra entre las montañas del Valle Calchaquí, a las que refleja con nitidez y precisión. Lo abastece el Río Amaicha y fue creado con el objetivo de brindar a la población agua potable para riego y consumo.


Este Dique que se encuentra a 160 km de la capital tucumana y a 6 km de la Plaza principal de Amaicha del Valle, es una buena

opción para compartir con la familia unos momentos de relax y buenas vistas.

  • Las Cascadas de El Remate

En las Cascadas de El Remate, que se encuentra a 2 minutos del Dique Los Zazos, es posible tener la experiencia de llevar el celular solo como una cámara o, en el mejor de los casos, como un peso muerto en el bolsillo.


Las Cascadas de El Remate se encuentran en la Quebrada que lleva el mismo nombre, una zona de reserva gestionada por la comunidad originaria Los Amaichas. Hasta ellas se llega caminando unos 25 minutos a través de la quebrada. El paisaje es de cerros altos cubiertos de pastizales que permite que se destaquen los cientos de cardones que cubren el lugar. El trayecto es un camino de aguas cristalinas cuyo sonido relajante acompaña en todo momento.

  • Fiesta de la Pachamama

Durante la época de carnaval se puede ser parte de la fiesta por excelencia de Amaicha que es la Pachamama.


Se trata de una celebración que cada año rinde culto a la Madre Tierra y tiene su origen en antiguos festejos vinculados a la fertilidad para el ganado y los cultivos.


Se elige a la Pachamama (la mujer más anciana del lugar), a la Ñusta (representa la fertilidad), al Yastay (deidad protectora de los animales) y al Pujillay (espíritu del diablillo del Carnaval).

Con gran diversidad de opciones de alojamiento, gastronomía y actividades este poblado espera al turismo para recibirlo con la calidez de su gente y la belleza de sus paisajes.

  • Museo de la Pachamama

Un clásico de Amaicha es el Museo de la Pachamama, en el corazón de los valles. Refleja las costumbres y tradiciones ancestrales de la Cultura Diaguita - Calchaquí. Fue inaugurado en 1998 y ocupa unos 10.000 metros cuadrados. Posee cuatro salas dedicadas a etnología, geología, tapices, pinturas y patio de esculturas.


El museo impacta por su buena diagramación y está enfocado a interesarnos en la cultura aborigen en todos sus aspectos. Lo componen dos salas de geología y antropología, y otras dos de exposición de tapices, pinturas y esculturas.

En un gran patio exterior encontramos enormes figuras realizadas con piedra que representan divinidades en adoración a la Pachamama, complementadas con cardones y cactus de la zona.


Pudimos disfrutar del sentido de esta gran muestra gracias a la visita guiada que nos ofrecieron y que nos fue ubicando inicialmente en su aspecto geológico por intermedio de una gigantesca maqueta que muestra cómo están conformados los Valles Calchaquíes.

Al ingresar a la segunda sala, nos se nos dijo que había pocas piezas originales y que lo que veríamos eran réplicas casi exactas de elementos que componían la vida diaria, de subsistencia y hábitos familiares de los que habitaron este amplio valle desde antes de la era cristiana.

Así fue como comenzamos a comprender la vida cotidiana y creencias de la cultura condorhuasi. Animales como guanacos, vicuñas y perdices servían tanto para comida como para vestimenta y calzado.


El maíz y el fruto de la algarroba se trituraban en morteros de piedra. Para hacer la harina de utilizaba la conana, dos piedras chicas y chatas. Con los mismos frutos se realizaban bebidas alcohólicas: chicha y aloja, costumbre que aún perdura. La papa, el poroto y el maíz los conseguían labrando la tierra con utensilios de piedra.

El arte funerario se hace presente con manifestaciones de arte con piedra. Los suplicantes son una prueba de ello: figuras abstractas con sentido místico rogando al cielo. Comprendimos el culto a los muertos viendo las vasijas en las los enterraban, las máscaras. En especial, el sentido de continuidad de la vida luego de la desaparición física de la persona.


Otra formación hecha con piedras

superpuestas en forma de altar, el apacheta, habla de monumentos que realizaban los aborígenes en los que dejaban sus ofrendas a la Pachamama pidiendo salud, alimento y éxito en sus movimientos hacia otras tierras, ya que eran nómades.

En el patio exterior, algunos diseños que fueron hallados en ollas o pinturas rupestres han sido reproducidos en gran tamaño. Una escultura representa la víbora bicéfala de la cultura awada. También se observa a la Pachamama embarazada. Grandes figuras muestran a Inti, el dios Sol, y la Luna.


Distintas fases de la luna, el chamán o brujo curandero de la tribu diaguita y varias

guardas incaicas muestran la gran diversidad de la cultura precolombina. Aprendimos que Viracocha fue el dios incáico más venerado, hacedor del mundo; luego tomó varios nombres en las distintas culturas.

  • Finca Albarossa

Se trata de una estancia dedicada a la producción de vinos que ofrece la posibilidad de sumar a las experiencias de cata el alojamiento en habitaciones con estilo hotel boutique.


Sus propietarios son de origen italiano y el staff de trabajadores pertenece a la comunidad de la zona, motivo por el cual

su propuesta combina tradiciones del viejo continente con el legado cultural del Valle Calchaquí.

La Finca Albarossa se extiende a través de 135 hectáreas desde la Ruta 40 hasta las laderas de la cordillera preandina. Actualmente con dos etiquetas propias que son Alabarossa Torrontés y Alabarossa Malbec.

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