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Centro Cultural Recoleta
El Centro Cultural Recoleta (en un comienzo llamado Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires) es un espacio vivo y participativo para adolescentes y jóvenes que apuesta a la convivencia en la diversidad y que impulsa los movimientos artísticos del país y del mundo desde hace más de tres décadas.
Construido sobre un casco histórico con 300 años de historia, conecta tradición y vanguardia, y es visitado por más de medio millón de personas al año, en su mayoría jóvenes de entre 18 y 35 años.
Está ubicado en el barrio de Recoleta, en la Ciudad de Buenos Aires. Fue declarado Monumento Histórico Nacional y forma parte de un polo de atractivos turísticos y de esparcimiento, junto al Cementerio de la Recoleta y la Plaza Intendente Alvear, mal llamada Plaza Francia (esta se encuentra donde se alza el Monumento de Francia a la Argentina, frente

Centro Cultural Recoleta


al Museo Nacional de Bellas Artes). Ocupa el edificio del antiguo Asilo General Viamonte, y se trata de uno de los espacios culturales de mayor importancia de la ciudad.
Hay salas permanentes dedicadas a los adolescentes, al hip-hop, al dibujo, una zona de estudio, un espacio de ocio y recreación, un bar y una tienda de objetos de diseño argentino contemporáneo, además de la Terraza, el Cine, el Laboratorio musical, el Centro de investigación, la Residencia para artistas, la Capilla y las salas de exhibición para artes visuales.
Libertad, participación y convivencia son los valores que determinan el cruce de actividades: artes visuales, música, danza, teatro, literatura y cine conviven con hip hop, cosplayers, booktubers, instagramers, gamers y todas las nuevas escenas culturales jóvenes que están vivas en la ciudad.

En Clave 13/17, una plataforma hecha por y para adolescentes, un comité de chicos y chicas de 13 a 17 años son curadores y programadores del contenido joven de cada domingo y del festival Clave, una celebración anual que involucra música, poesía, artes visuales y nuevas expresiones centennials como el k-pop o el gaming.
El hip hop, una de las disciplinas centrales de la programación, tiene tres líneas de contenidos que combinan clases y batallas de breakdance, y competencias de freestyle como Cultura Rap o Triple F, un torneo femenino que busca profesionalizar y darle visibilidad a las chicas raperas.
Además hay shows, dj sets, entrenamientos, exhibiciones y una crew estable que cada fin de semana convoca a chicas y chicos amantes del rap en Espacio Hip Hop, un espacio dedicado en forma permanente a esta cultura dentro del centro cultural.

Todo el año, a través de diferentes mecanismos de participación como las convocatorias abiertas y públicas, el Recoleta invita a organizaciones culturales y a colectivos de artistas a crear contenidos y/o integrarse a su programación, como la convocatoria anual a artistas para diseñar y dictar talleres o la convocatoria a organizaciones culturales que quieran organizar proyectos en colaboración.

Con su acceso principal por el mismo edificio que funcionaba como Pabellón de Acceso y sede de la Dirección y administración general del Asilo de Ancianos, en la calle Junín 1930, el Centro Cultural Recoleta se estructura con el clásico esquema de patios que se utilizaba para los conventos y casas en general en los tiempos coloniales.
Así, desde el hall de acceso parten las dos circulaciones principales del conjunto.
La primera es al aire libre y fue llamada Patio del Tilo por el añejo árbol que la protagoniza. A su lado derecho se suceden una serie de edificios intercalados con patios abiertos que la conectan con la terraza mirando hacia Plaza Francia y el río.
En un pabellón muy reformado que perteneció al asilo funcionan: la Sala Cronopios, las Salas J y C, y en la planta alta la Dirección de Música y el Museo Participativo de Ciencias.
Siguiendo por el Patio del Tilo se llega al Auditorio El

Aleph, ocupando la antigua capilla neogótica, y finalmente un edificio contemporáneo que aloja dependencias de personal.
Se mantuvo en pie la fachada de uno de los pabellones demolidos, en donde se exhiben una serie de placas de bronce conmemorativas de los porteños de clase alta que donaron fondos para la construcción del asilo, entre 1884 y 1897.
Así también se eligió mantener en pie una de las galerías del primer piso que recorre el Patio del Tilo sobre columnas, y conecta la planta alta del auditorio y de la Sala Cronopios con las salas ubicadas en el edificio opuesto.
Esta galería elevada remata en un curioso reloj que adorna una pasarela vidriada, el llamado Puente del Reloj, donde finaliza el centro cultural y se pasa al

sector perteneciente al Buenos Aires Design y al Auditorio Buenos Aires, atravesado por otra pasarela diseñada por Testa con estructura metálica, haciendo referencia a las pasarelas anteriores sobrevivientes del asilo.
La segunda circulación principal del Centro Cultural Recoleta también parte del hall de acceso desde la calle Junín a través de una estructura metálica y una rampa, pero se dirige directamente hacia los antiguos edificios jesuitas que se conservaron en pie, compartiendo la medianera del Cementerio.
Se trata de un extenso pasillo con techos abovedados y pintado de blanco como se utilizaba en épocas coloniales, sobre el cual se sucede un número de galerías longitudinales hacia la derecha, y un conjunto de cuatro patios hacia la izquierda, que permiten el acceso de aire y luz natural, y están bordeados por salas transversales al pasillo principal.
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Patio de los Naranjos, de la Fuente, del Aljibe y del Tanque, cada uno posee una característica que lo distingue, aunque son idénticos en su forma ortogonal y los pabellones a su alrededor que alojan salas de exposiciones, un local de publicaciones artísticas y un pequeño café.


Desde el Patio de la Fuente se abre un volumen vidriado que comunica la planta baja con el piso superior, adonde se encuentran la Dirección, la Asociación de Amigos, las aulas para cursos, la biblioteca, la videoteca, el microcine, los sectores de personal.
En 2015 se presentó una iniciativa impulsada por el Ejecutivo porteño de Mauricio Macri que apunta a vender el Buenos Aires Design y parte del centro cultural; el Buenos Aires Design es una concesión operada por IRSA, de Eduardo Elsztain.
La concesionaria Emprendimientos Recoleta SA logró previamente que Macri le renovara el permiso por cuatro años y 364 días, a partir de 2013. el legislador Campagnoli explicó que “si lo hacía por cinco años (un día más del plazo fijado), el procedimiento tenía que ser aprobado por la Legislatura”.
El diputado Adrián Camps, rechazó el proyecto porque se trata de “un nuevo intento de beneficiar a sectores privados mediante la transferencia de bienes públicos”.
En noviembre de 2018 se anunció el cierre de Buenos Aires Design, lo que produjo reclamos y protestas por parte de locatarios y trabajadores, que argumentaban que unas 1500 personas perderían sus fuentes de trabajo.
Finalmente, la orden de cierre fue postergada por un año.




Las críticas se basan en el daño a un edificio histórico preservado por la legislación vigente en su carácter de bien patrimonial, la pérdida de los espacios destinados a artistas del interior del país y la estética impuesta en la intervención.
Las instalaciones del Centro Cultural se renovaron en 2018, con parámetros de diseño que buscan atraer al público joven.
La intervención efectuada sobre el edificio generó diversas críticas, sobre todo el cambio introducido en la fachada.

Jacques Bedel, uno de los responsables de la recuperación edilicia y puesta en marcha del Centro Cultural en 1980, opinó:
"Me parece el mamarracho más grande que vi en mi vida. Esto se hizo hace 40 años y se suponía que era un centro cultural, no un circo. No un centro de diversión payasística. "

